miércoles, 15 de febrero de 2012

Me quiere, no me quiere... ¡No me quiere! ¿Por qué no me quiere?


La crisis económica ha restado recursos a las empresas para todo y, también, para compensar a sus empleados. Eso y las modernas tendencias en la gestión de Recursos Humanos han hecho que se han desarrollado políticas de motivación y se hayan buscado alternativas no económicas para lograr el compromiso de los trabajadores. Sin embargo, no en todos los casos ha sido así. Hay muchos directivos y empresarios que se han aprovechado de la crisis. Saben que ahora la gente no se va (ni siquiera de los malos jefes) porque no puede y no piensan en sembrar hoy para recoger mañana. Expresiones como "más frío hace en la calle" no ayudan nada.

Hace tiempo ya lo puso de manifiesto Juan Carlos Cubeiro, un lujo del pensamiento gerencial español en su blog. A propósito de la exitosa novela de Stig Larsson, "Los hombres que no amaban a las mujeres", luego llevada a la pantalla (en la imagen un fotograma con Daniel Craig y Rooney Mara) dos veces, Cubeiro hace un paralelismo que denominó "Los hombree que no amaban a sus empresas". Cubeiro decía que "desgraciadamente, en los difíciles momentos actuales observamos a nuestro alrededor, y no en Suecia sino en nuestro país, “empresarios” y “directivos” que aprovechan la crisis para ceder ante sus peores tentaciones e hipotecar, tal vez de forma decisiva, el futuro de sus compañías".

Según Cubeiro: "Los directivos (y algunas ilustres directivas, añado yo) no aman a sus empresas si carecen de una estrategia definida, de un plan claro y comunicado de futuro; si no cuentan con un diseño organizativo con roles bien especificados, con responsabilidades concretas; si no comunican –interna y externamente- como deben; si no se comportan como líderes versátiles sino como jefes tóxicos; si fomentan climas de desconfianza, cuando no de terror, en lugar de ambientes laborales de satisfacción, rendimiento y desarrollo; si no disponen a todos los niveles de perfiles de talento (aptitud, actitud, compromiso) para la meritocracia y optan por el nepotismo y el amiguismo; si desprecian los valores humanistas e imponen el salvajismo; si engañan a sus profesionales (que son sus clientes internos) y por ende a sus clientes finales. Esos directivos son pésimos gestores que acabarán con sus organizaciones.La agresividad y la chapuza, a la orden del día. Esperemos que dure poco. Los optimistas creemos que, después de todo, se impondrá la cordura y el sentido común".

En España un 63% de los empleados de las compañías no está comprometido en estos momentos con su organización. Este es uno de los datos que aportó Ricardo Alfaro, Director de RRHH de Asepeyo y Presidente de AEDIPE Catalunya en la jornada que organizó Seresco, conjuntamente con AEDIPE Cataluña y que bajo el título “¿Amor al trabajo?: Employee engagement y productividad”, debatió sobre los mecanismos necesarios para enganchar emocionalmente a los trabajadores con su organización.

En palabras de Cristina Prats, Directora de Seresco en Barcelona, “es difícil medir el grado de engagement de las personas de una empresa, pero sí sabemos que aquellas que se implican emocionalmente con ella son un 4% más productivos. Por ello el reto de las organizaciones es conseguir que el profesional trabaje a gusto y se enganche emocionalmente porque ello redundará directamente en el incremento de la calidad de los servicios al cliente final”.

Ricardo Alfaro, Director de RR HH de Asepeyo y Presidente de AEDIPE Catalunya aportó la visión de los responsables de RR HH al afirmar que: “es necesario que salgamos de la zona de confort. En este momento sólo el 15% de las actividades de RR HH son estratégicas y en una situación de crisis debemos ser imaginativos. Hay que hacer más con menos y tenemos la oportunidad de salir de este entorno placido e intentar generar nuevas ideas que abran nuevas oportunidades de cara a los clientes”.

Según Alfaro, “es necesario generar cultura organizacional que favorezca la conexión de la gente con el proyecto, el engagement. Solo el 17% de los empleados de una organización están activamente comprometidos, el 63% no está comprometido y el 20% están activamente no comprometidos. Nuestro reto es conseguir convertir un ejército de reclutados en una comunidad de voluntarios, gente que va más allá de sus obligaciones, que la empresa se mueva en un clima de confianza y de compromiso mutuo”.

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