lunes, 2 de mayo de 2011

Saber ganar, ¿saber perder?

José Maurinho no es un hombre simpático. Su estilo es hosco, provocador, un puntito desagradable. Aunque en muchas ocasiones lleve razón. Se dedica a protestar y a hacer declaraciones que siempre suponen carnaza para los medios de comunicación, ávidos de escándalos que permitan vender periódicos cuando no hay noticias.

Pep Guardiola es todo lo contrario. Elegante, moderado en sus palabras, siempre respetuoso con el contrario y un gran motivador de sus jugadores. Sus declaraciones no son espectaculares y ha pasado por ser uno de los mejores entrenadores del mundo. Ya nadie se acuerda de que llegó al cargo por casualidad como solución transitoria mientras se encontraba a otro entrenador "con nombre". Luego, se encontró con una generación de grandes jugadores que ha sabido gestionar. Ahí están los resultados.

Sin embargo, parece que los juicios de valor rápidos pueden llevar a hacer consideraciones equivocadas. Mourinho tiene una larga experiencia y ha demostrado que su carácter es el mismo ganando y perdiendo, porque ya ha ganado y ha perdido partidos y torneos importantes. Guardiola por su parte, acostumbrado a ganar, no parece haber digerido bien la derrota. Los enfrentamientos entre Real Madrid y Barcelona de las últimas semanas lo han puesto a prueba y no la ha superado.

En el primer partido fue sorprendido por Mourinho (no en balde considerado Mejor Entrenador del Mundo en 2010) cuando el Madrid se dejó dominar en su propia casa y se conformó con un empate en un partido de Liga que poco había de decidir. En el segundo, la final de la Copa del Rey, también fue sorprendido con un planteamiento totalmente distinto, con una gran presión en la primera parte, una defensa muy ordenada en la segunda y un alarde de preparación física en la prórroga. Que el resultado final se decantara a favor del Madrid fue tan lógico como que hubiera ganado el Barcelona. Simplemente uno acertó y otro no, pero podía haber sido a la inversa y el resultado no hubiera sido injusto.

Pero, perder esa final sentó muy mal en Barcelona y en el barcelonismo (desde entonces mis compañeros de oficina culés no hablan de fútbol, lo que les ha impedido sacar pecho ahora que las vacas flacas se han vuelto gordas). Se empezó por menospreciar el título, considerándolo menor. Se continuó con declaraciones irónicas (!) de Guardiola sobre una decisión arbritral que se demostró acertada y calificando a Mourinho de "puto" amo de las salas de prensa. ¡Guardiola soltando tacos! Todo el proceso lo cuenta extraordinariamente bien Jesús Alcaide en su blog.

Después, durante el partido de ida de las semifinales de Champions, el comportamiento de algunos jugadores barcelonistas (Alves, Pedrito, Busquets) fue claramente antideportivo al simular agresiones que desembocaron en varias tarjetas rojas y amarillas para jugadores del Madrid. El punto final lo puso el club al presentar una denuncia en la UEFA contra el Madrid por las declaraciones -fuera de tono- de Mourinho al recordar (y otra vez con razón en el fondo aunque no con las debidas formas) que el Barcelona ha contado con ayudas arbitrales en partidos clave.

La denuncia del Barcelona fue contrarrestada por otra del Madrid contra jugadores del Barcelona por comportamiento antideportivo. Ambos equipos han entrado con ellas en un juego peligroso que va a fomentar la rivalidad malsana entre las dos aficiones, que alimentará las arcas económicas de la UEFA y que satisfará a los boixos nois que escriben en los periódicos deportivo de Barcelona.

En resumen, y antes de que se celebre la cuarta entrega de los partidos que han enfrentado a Real Madrid y Barcelona esta noche: la deportividad y el saber estar, lo que en cataluña se denomina "seny", se demuestra en las alegrías y en las penas, en la victoria y en la derrota. Mourinho seguirá siendo igual, porque lo suyo no son las formas. Guardiola es una incógnita. ¿Sabe ganar? Lo ha mostrado. ¿Sabrá perder? Habrá que estar pendiente de la televisión y de los los aspersores del Nou Camp.

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