martes, 8 de septiembre de 2009

Los indicentes de Pozuelo deben mover a la reflexión sobre el modelo de sociedad

Los incidentes que tuvieron lugar hace dos días en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón en los que un grupo de jóvenes provocaron graves incidentes callejeros y llegaron a intentar el asalto a una comisaría de Policía Nacional son un llamada de atención a la sociedad que debe ñromover el debate y la reflexión. Las autoridades, agentes sociales y, sobre todo, las familias, deberían preguntarse cómo se puede llegar a este extremo. Un grupo de jóvenes de nivekl económico medio alto y, seguramente, con una "educación" privilegiada con respecto a la media no se cvonforman con hacer "botellón" en la calle, sino que además son capaces de provecar graves disturbios. Y lo peor es que los pocos detenidos son puestos en libertad inmediatamente y sin cargos.

El tema es lo suficientemente grave como para hacer una reflexión de urgencia. Pero, sí llama la atención que personas que en ningún caso son marginados sociales (más al contrario) lleguen a comportarse como vándalos y hagan alarde de ello en las redes sociales. Creo que estamos ante un síntoma claro de fracaso en el proyecto social y educativo. Posiblemente el origen esté en la crisis de valores que se produjo al pasar de un sistemá autoritario a otro democrático cambiando un sistema de valores (claramente reprobable) por ninguno. En la sucesión de leyes de Educación que los partidos políticos han utilizado como armas arrojadizas. En el traspaso de las competencias educativas a las Comunidades Autónomas que ha provocado que no pueda exigir una política educativa común y que cada Comunidad Autónoma adapte a la conveniencia del partido dominante de turno. A la cotización a la baja de valores como los del esfuerzo, la disciplina, la autoridad. Valores que no tienen por qué ser "autoritarios", pero que nuestro pasado tiende a identificar como tales.

Son muchos los ejemplos que se podrían poner en casi todos los ámbitos de la sociedad. Hoy no se respeta la autoridad de los padres, ni la de los profesores, ni la de los polícías. Ni siquiera la de los árbitros, que tienen que salir corriendo detrás del jugador infractor si quiere que vea la tarjeta amarilla. Es un ejemplo burdo que tiene su trágica contrapartida en el asesinato del empresario Ignacio Uría en Azpeitia por parte de ETA, cuando sus compañeros de partida de cartas buscaron rápidamente a un sustituto y siguieron jugando su partida mientras el cadáver esperaba a ser retirado por los servicios de urgencia.

Como digo, el debate está abierto y debería hacer reflexionar a todos. Porque entre todos hemos creado a esos jóvenes que la profesora del IESE Nuria Chinchilla denomina "Generación Ni-NI", que "ni estudia, ni trabaja". En este sentido recomiendo vivamente el artículo "Creando nuevos inútiles laborales", recientemente publicado en la prensa: http://www.nuriachinchilla.com/articulos.

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