miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ejemplos y ejemplos

Recientemente se han celebrado las elecciones presidenciales en Estados Unidos. En España se ha seguido con atención el proceso. La clase política española se ha hecho lenguas del tono utilizado por los candidatos y se ha elogiado a limpieza (salvo muy contadas excepciones en nunca se han salido de tono) del proceso. Una vez celebradas las elecciones también se ha elogiado el espíritu conciliador y pragmático del vencedor, Barack Obama, que ha integrado en su equipo de gobierno tanto a rivales de su propio partido, incluida Hillary Clinton, como del Partido Republicano. Todo parecía indicar que Estados Unidos había marcado la pauta a seguir y un "talante" adecuado para enfrentar la crisis genealizada que nos afecta.

Sin embargo, el espejismo ha durado muy poco. Toda la atención que acaparó el proceso electoral norteamerciano ha pasado y ahora, en España, estamos concentrados de nuevo en las pequeñas luchas intestinas que harán, una vez más, que ocupemos los vagones de cola, en la lucha contra la crisis. Falta talento en el fondo (lo más importante) y talante en las formas. En este sentido es curioso, y muy lamentable, los excesos verbales de personajes públicos como José Blanco, Cristina Almeida, Pedro Castro o Joan Tardá. Quienes deberían dar ejemplo de moderación y espíritu democrático parecen dejarse llevar por actitudes más propias de otras épocas y por ramalazos totalitarios. Si de un político se suele elogiar su moderación y expíritu prágmático hay algunos que hacen gala de un argot tabernario que sólo conduce a crispar los ánimos y a justificar comportamientos que después todos podemos lamentar. La historia tiene buenos y tristes ejemplos. Algunos muy recientes.

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